Resumen
Después de haber visitado una galería que unos amigos tienen en el centro, me quedé pensando en una pieza de grabado que me agradó mucho. Se me ocurría peguntarles si podrían apartar la pieza un tiempo para que pudiera seguir viéndola un rato más, hasta que me pareció tonto eso y decidí mejor comprarla. Sin embargo, con esa idea vino también una sensación de miedo porque nunca había comprado una pieza de arte y mi instinto práctico (es decir, el sentido común), me hacía dudar si era buena idea porque la pieza no era barata.