Resumen
Ayer me encontraba reunido con algunos amigos cuando entre ellos una comentó que tenía un problema de horario en su trabajo, porque su turno había acabado y quien la reemplazaba en la tienda todavía no había llegado (y no llegó en ese día). Otro de mis amigos le comentó que preguntará a su jefe qué pasaría, porque nadie le iba a regresar ese tiempo, y precisamente por esto es lo más valioso. Al oír esto último se activó mi sentido filosófico. Entre broma y reflexión pregunté a mis amistades qué implicaría llevar al tiempo libre a la lógica del libre comercio. Aunque no le presté mucha atención por, precisamente, decir esto un tanto para fastidiar, y otro tanto por aquella costumbre reflexiva que mis estudios me han obligado a desarrollar.